Revisando los 100 compromisos para el llamado “Segundo Piso de la Cuarta Transformación” que anunció el Gobierno de México la semana pasada, identifiqué los siguientes que están relacionados con el sector del transporte aéreo:
- Compromiso 86. Fortalecimiento de Mexicana de Aviación.
- Compromiso 87. Ampliación de 4 aeropuertos y remodelación del Aeropuerto Internacional “Benito Juárez” de la Ciudad de México.
Inmediatamente antes de los citados compromisos 86 y 87, se encuentran los siguientes relacionados con el transporte ferroviario, que, por cierto, son más del doble que los correspondientes a lo aéreo:
- Compromiso 76. Construcción de la línea del Tren Maya a Progreso.
- Compromiso 77. Implementación del transporte de carga en el Tren Maya.
- Compromiso 78. Conclusión de la Línea K del Tren Interoceánico hacia la frontera con Guatemala.
- Compromiso 79. Construcción de 3,000 km de nuevas líneas de trenes para pasajeros.
- Compromiso 80. Fortalecer el transporte de carga por ferrocarril.
Precisamente para sustentar y consolidar la evidente propensión y simpatía de la nueva administración por los ferrocarriles, en esta semana el Senado de la República aprobó por unanimidad la reforma al artículo 28 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, para establecer que “los servicios de transporte ferroviario tanto de pasajeros como de carga se consideran como un área prioritaria para el desarrollo nacional”. Esta iniciativa ya había sido aprobada días atrás por la Cámara de Diputados.
En este sentido, ya se anunció formalmente el inicio de las obras de construcción del Tren Pachuca-AIFA, del Tren México-Querétaro, la continuación del Tren Maya, entre otras muchas obras ferroviarias que se llevarán a cabo durante este sexenio.
Pretender que el transporte aéreo tenga la misma proclividad, predisposición y enfoque de recursos que el transporte ferroviario por parte de la actual administración pública, podría ser utópico o idealista por varias razones, destacando entre éstas la ideología y visión de país que hoy se tiene y desde luego el nivel de accesibilidad que en muchos sentidos tiene el tren sobre el avión. Y desde luego, no se trata de poner a competir a ambos modos de transporte, que incluso pueden ser complementarios.
No obstante, es justo ese el trabajo al que tanto me he referido en los últimos meses e incluso años, en el que me parece la industria aérea se ha quedado corta, ese tejido fino, esa quirúrgica labor de acercamiento con el poder público, esa tarea de reunirse con los funcionarios incansablemente para culturizar, para ilustrar, para transmitir fehacientemente el valor y altísimo beneficio que tiene el transporte aéreo en un país, asegurándose por supuesto que esa transmisión de información realmente permeó y surtió efectos.
Y no, no le corresponde al gobierno saberlo a priori, los gobiernos no son expertos o especialistas en todos los temas que ocupan la agenda nacional de un país, le corresponde a la iniciativa privada, a la industria, al sector empresarial, colmar y abarrotar de datos, estadísticas y mejores prácticas de la industria aérea al poder público, sobre las materias que se pretende se legislen, se regulen y porque no, se protejan y consideren estratégicas, en este caso, la aviación.
Que en algún momento la administración pública pueda considerar al transporte aéreo como un área prioritaria para el desarrollo nacional No va a suceder por gracia divina, se trata de formar frentes comunes, alianzas de industria, dejando atrás intereses mezquinos, gremiales o particulares, para acercarse con la autoridad rectora y con todas las autoridades involucradas con la aviación, dotarlos de información, de datos duros comprobables y generados por los organismos y asociaciones internacionales de la industria, llevarlos a las pistas de los aeropuertos, que conozcan como se despacha una aeronave, que presencien una operación de carga y descarga de un avión, como opera un almacén fiscalizado, esto es, que conozcan la compleja operación del ecosistema aéreo completo.
Que las autoridades sepan que el mercado aéreo transfronterizo con los Estados Unidos es uno de los más grandes del mundo, que la aerolínea mexicana de bandera vuela a tres continentes con altos índices de confiabilidad, que las dos aerolíneas mexicanas de bajo costo son de las más sostenibles, eficientes y seguras en nuestro continente, que las aerolíneas cargueras mexicanas compiten de tu a tu con los cargueros más grandes del mundo en los mercados globales más importantes, también con un alto grado de confiabilidad, que la aviación general/ejecutiva está dentro de las 3 más relevantes a nivel internacional, que tenemos a tres grupos aeroportuarios de clase mundial; transmitir esta data no se da espontáneamente, hay que trabajar arduamente de la mano con el sector público.
Entregarles y explicarles toda la información de forma asequible, que refleje la enorme conectividad que desarrolla la industria aérea de nuestro país, los empleos directos e indirectos que se generan y la inversión en infraestructura que se produce, es una tarea y actividad inherente y consustancial de quienes representan los intereses de la industria aérea, entiéndase asociaciones, colegios y cámaras del sector principalmente.
Transmitir todo lo anterior, requiere insisto bordado fino, conocimiento, experiencia, habilidad y capacidad, que sin duda las mujeres y hombres genuinamente de aviación de nuestro país lo tienen.
Se dice que el ferrocarril es signo de progreso, la aviación también lo es.
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